Pedagogía y Educación




Tanto  la  pedagogía  como  la  educación  se  centran  en  una  misma  actividad:  la  intervención  del hombre en el crecimiento, maduración y desarrollo de sus iguales.
Inicialmente, la pedagogía era tanto el arte como la técnica de educar. Posteriormente se entendió la pedagogía como el estudio riguroso acerca del hecho educativo, buscando la fundamentación teórica necesaria para constituirse en la ciencia de la educación. A partir de entonces, los estudios de pedagogía se han ido sistematizando en función de las necesidades educativas.

Actualmente se hace esta distinción: 




El concepto de la educación a través de la historia

El hecho educativo y la forma de entender la educación han ido evolucionando con el paso de los años en estrecha conexión con los acontecimientos políticos y sociales.
Podemos señalar diez etapas fundamentales en la evolución del concepto de educación:

La educación primitiva
Es característica de los pueblos prehistóricos, predomina la influencia espontánea y directa sobre la intencional. Se puede decir que la educación era natural.



La educación oriental
Su desarrollo abarca desde los principios de la historia hasta el siglo X de nuestra era, en pueblos como Egipto, India, China o Palestina, entre otros. Su fuente de inspiración son los libros sagrados y las grandes personalidades espirituales: Buda, Confucio, Moisés, etc.  Es una educación de carácter autocrático, erudito y religioso.



La educación clásica
Se desarrolla en Grecia y Roma entre los siglos X (a. J.C) y V de la era cristiana.  En Grecia, sus máximos exponentes fueron Platón y Aristóteles.  En Roma, Cicerón y Séneca ejercieron una notable influencia en la educación de la época, pero es Quintiliano el más renombrado de todos. A pesar de las diferencias entre la educación griega y romana, en su conjunto se puede afirmar que la educación clásica destaca por dos dimensiones fundamentales, su carácter humano y cívico, y su preocupación por la perfección.


La educación medieval
Se desarrolla en Europa entre los siglos V y XV bajo la influencia del cristianismo. Destaca su visión teocéntrica  de  la  realidad  y  la  educación  se  dirige  a  la  potenciación  de  los  valores  religiosos, además de una educación seglar, municipal y gremial.
Entre los pedagogos más representantes de esta etapa encontramos a San Isidro de Sevilla, San Anselmo, Alberto Magno, Tomás de Aquino o Raimundo Lulio.





La educación humanista
Se inicia con el Renacimiento y representa no sólo una vuelta a lo clásico, sino también una nueva forma de entender la vida basada en la naturaleza, arte y ciencia.  Se trata de una
educación  de  minorías,  pero  con  los nuevos  avances  como  la  invención  de  la imprenta,  se  facilitó  la  difusión  de  la cultura  a  sectores  más  amplios.
La educación en esta época se centra en:
-  La personalidad humana libre, independiente de toda coacción exterior, sea intelectual o religiosa.
-  La formación del hombre culto, del cortesano instruido.
-  El cultivo de la individualidad, de la personalidad total.
-  El desarrollo del sentido crítico frente a toda autoridad dogmática.
Entre los pedagogos más representantes de esta etapa encontramos a Erasmo, Luis Vives, Nebrija y Montaigne. Los dos últimos, critican abiertamente el concepto libresco de la educación medieval y defienden el ideal educativo de preparar al joven para ser un hombre de mundo, para vivir en sociedad. 




La educación cristiana reformada
Este tipo de educación como consecuencia del nacimiento de las confesiones protestantes y de la reforma de la Iglesia católica, denominadas Reforma y Contrarreforma, y se desarrolla en Europa como en América. Predomina el aspecto ético-religioso, que busca su inspiración en la Biblia.
Sorprende su carácter marcadamente social y popular, iniciándose la organización de la educación pública a nivel primario y medio.
Entre  los  pedagogos  más  representantes  de  la  Reforma  encontramos  a  Lutero,  Melanchton  y
Calvino, mientras que entre los de la Contrarreforma cabe destacar a Ignacio de Loyola y José de Calasanz.




La educación realista
La exaltación de la dimensión religiosa de la educación, tanto en la Reforma protestante como de la contrarreforma, transcurrió en dos fases: una dogmática y otra más serena. Esta última permitió la incorporación de nuevas ideas filosóficas y la repercusión de ideas científicas que se desarrollaron en la etapa anterior.
Como consecuencia surge la educación realista que insiste en la individualidad del educando, y
cultiva  el  espíritu  de  tolerancia,  respeto  a  la  personalidad  y  la  fraternidad  entre  los  hombres.
Igualmente se intensifica la intervención del Estado en la educación de los países protestantes con una legislación escolar más amplia y compresiva.
Pero el rasgo más característico es el intento de sustituir el conocimiento verbalista por el de las cosas y sus representaciones, con ese motivo, se inician el desarrollo de los métodos de la educación moderna y de la didáctica.
Entre los pedagogos más representantes de esta etapa encontramos a Comenio, Fenelón, Locke y La Salle.




La educación racionalista y naturalista
Característico del siglo XVIII y culmina en la llamada ilustración,  entre  las  ideas  de  esta  etapa  cabe destacar  que  la  razón  debe  ser  dirigida  por  la educación,  siempre  bajo  un  ideal  de  libertad  e individualismo. Se consolida la educación universal, gratuita y obligatoria. Continúa la secularización de la educación, que reduce la influencia eclesiástica y acentúa la del Estado, sustituyéndose la educación religiosa por  la  instrucción  moral  y  cívica.  Se reconoce la importancia de las leyes naturales en el universo y la sociedad.
Los  más  representantes  de  esta  etapa  son  Rousseau,  ataca  el  artificialismo  de  la  educación,  y Pestalozzi.




La educación nacional
Su máximo desarrollo se encuentra en el siglo XIX y se plantea como objetivo prioritario conseguir el carácter cívico de la enseñanza en cada país en forma de educación patriótica.
En la primera mitad del siglo predomina la corriente idealista y en la segunda, la positivista que da lugar al nacimiento de la pedagogía como ciencia, y a los primeros ensayos sobre la educación.
La  intervención  del Estado  es  cada vez mayor en la educación: la  escuela primaria, universal, gratuita,  obligatoria  y  en  su  mayor  parte  laica  o  extraconfesional  se  generaliza extraordinariamente, y surge las Escuelas Normales para la formación de maestros.
Se pueden establecer dos grandes grupos de naciones: aquellas en las que la educación pública se constituye en una cuestión del Estado (germánicos y latinos) y otras en las que siguen siendo una función eminentemente social (anglosajones).
Entre los inspiradores de la educación nacional se encuentran Fichte, Froebel, Herbart, Spencer,
Quintana y Montesino.





La educación democrática
Es característica de nuestro siglo y tiene tres características fundamentales:
1.  Considera la personalidad humana libre como eje de sus actividades.
2.  Se  democratiza  intentando proporcionar  la  mayor  educación posible  al  mayor  número  posible  de personas.
3.  Se  intenta  la  cooperación  de  todos  los países  para  lograr  internacionalizar  la educación  de  forma  que  adquiera  un alcance universal.
Una nueva tendencia pedagógica surge, llamada la educación “nueva”, es una corriente que intenta modificar  la  educación  tradicional,  intelectualista  y  libresca,  imprimiéndole  un  carácter  vivo  y activo. De ahí que también haya sido denominado este movimiento como “la escuela activa”.
Los más representantes de esta etapa son Dewey, Piaget, Natorp, Durkheim, entre otros.





La educación considerada desde su significación etimológica

El origen etimológico de la palabra “educación” posee dos posibles interpretaciones: 

EDUCARE: Actividad que consiste en conducir, en guiar y en proporcionar lo necesario desde fuera.
EDUCERE: Proceso de extraer, de dentro a fuera, de sacar algo que ya estaba dado o que existía de antemano.

Si se entiende la educación como la actividad  de  conducir,  guiar,  dar alimento y criar, en definitiva se está implícitamente  aceptando  tanto  la imposibilidad del  educando  para valerse  sin  esa  ayuda,  como  la necesidad  de  que  el  educador  la preste para el  desarrollo normal del educando,  dándole  un  excesivo protagonismo del profesor sobre los alumnos,  además  de  aceptar  la pasividad y sumisión en el alumno.
Actualmente se suele entender la actividad educativa más como un proceso de extraer que de dar.
Admitir  que  la  educación  consiste  en  extraer  es  suponer  que  el  alumno  o  tiene  realmente  en  sí mismo lo que le falta para considerarle educado, o con la ayuda de un hábil maestro puede sacar de sí aquello que le convertirá en un adulto formado.
Ante esta situación centrada en el alumno, no es raro que el educando haya pasado a ser la figura más importante, perdiendo importancia la del profesor o educador, desarrollando sus capacidades hasta el autónomo funcionamiento del alumno.



Por tanto, los dos sentidos que se derivan de la interpretación etimológica del término educación, aunque puedan parecer contrapuestos, se deben entender como complementarios, ya que actúan juntos en la acción educadora.  Con la fusión y adecuada complementación de ambas posturas surge una nueva interpretación mucho más esclarecedora para la educación que la mantenida por cada una de las posturas por separado.



La educación desde la perspectiva de la reflexión fenomenológica y el análisis del lenguaje

Desde esta perspectiva se entiende la educación como:

Un PROCESO que conlleva un movimiento. Pero el movimiento en sí mismo no es la educación.  La educación, implica la idea de acabado, de logro final conseguido.  La  educación  es  el  resultado  de  un  proceso  que  por  su  estrecha orientación a dicho resultado también se llama educativo.
Pero, el proceso no es el resultado, aunque lleve a él. El proceso educativo concluirá en la obtención de un resultado distinto del proceso en sí, y ese resultado será la educación.
Sin embargo, la educación no termina nunca ya que el hombre se está educando hasta que muere. Pero esto no quiere decir que el hombre nunca llegue a poseer una dosis de educación que permita considerarle educado.
Parece claro que el termino educar, o educarse, se utiliza para designar una TAREA, siendo obvio que no siempre esta tarea se ve reconocida con el resultado que se pretende, es decir, con la persona educada.
Aquí la tarea del profesor no produce directamente mientras que la del alumno sí.
La tarea del profesor consiste en una preparación del camino, una exposición de modelos y pautas de conducta. La tarea del alumno es intentar hacer suyos los modelos  que  se  ofrecen,  es  una  actividad  directamente  educativa,  es  en  esta tarea donde se produce la educación.

La educación desde la perspectiva del análisis de sistemas
Desde  esta  perspectiva  se  entiende  la  educación  como  un  sistema,  es  decir,  un  conjunto  de componentes en estado de interacción














Algunas reflexiones sobre el concepto de educación

Para finalizar se presentan este esquema que señala algunas puntualizaciones que nos permitan más acercarnos al complejo concepto de educación y todo lo que constituye de forma esquematizada y generalizada.






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