Biografía
Nació en Viena. Estudió
histología y se graduó en cristalografía. Posteriormente se graduó en teología y
filosofía en la Universidad de Roma. Fue ordenado sacerdote.
En 1956 fue nombrado vicerrector
de la Universidad Católica de Puerto Rico y en 1961 fundó en México, un centro
que impartía cursos a los misioneros norteamericanos.
Algunas de sus publicaciones le
enfrentaron con el Vaticano por lo que abandona su vinculación a la iglesia y
un año más tarde abandona el sacerdocio.
Influencia en su ideología
Paul Goodman
Reivindicó el concepto de la educación incidental como
generadora de conocimiento real
(donde realmente se aprende), ya que opina que la escuela formal da una
serie de necesidades ficticias al alumnado que lo agobia, dejando de lado otras
necesidades reales.
Apoya que se utilice la ciudad como
escenario para el aprendizaje (plazas, cafeterías, parques...). Y no solo con
maestros, sino que también participen madres y padres, estudiantes...etc.
No apoya
una total desinstitucionalización de
la enseñanza, sino
una apertura a
la realidad.
Finalmente, ve necesaria una
eliminación taxativa de las calificaciones y los exámenes, que marcan a las
personas a través de un dígito numérico que lo cataloga y encuadra como bueno o
malo.
John Holt
Hace un
diagnóstico a los
déficits de la
escuela norteamericana, en el cual
señala la incorrecta adecuación de las finalidades de
la educación (como puede ser la lucha contra el racismo) que realiza la Escuela.
Además también pone
en tela de
juicio el p roceso
de aprendizaje de
áreas como matemáticas u
ortografía.
Holt cree que la incorrecta
detección de necesidades educativas de los alumnos, realizadas por las instituciones
educativas, es la causante de la presión y ansiedad exteriorizada en los
pupilos.
Al igual que Goodman, Holt
apoyaba la escuela con adultos no docentes y la no obligatoriedad de la enseñanza.
Ante este último aspecto propuso la autorización de sesenta faltas cada curso
por alumno.
Everett Reimer
Ivan Illich considera que la
historia de la educación que se hace en el mundo sigue sin investigar cómo nace históricamente la
necesidad de educación
y solo analiza
modalidades educativas sin cuestionarse la propia existencia de las
instituciones y sistemas.
Sus trabajos sobre la educación y
la desescolarización los había compartido con Everett Reimer, ya que
colaboraban juntos en uno de sus libros.
Ambos autores reclaman el regreso
a la responsabilidad y a la iniciativa personal en la educación, a la vez
que denuncian la
contención del derecho
y la libertad
de asociación que
supone la obligatoriedad de
la enseñanza. La
escuela no favorece
a la definición
de uno mismo,
sino que favorece al surgimiento
de la alienación, la burocracia y la represión. Por lo que la desescolarización
supone un cambio cultural en el que las personas recuperan la libertad de
aprender, de relacionarse con los demás y de contribuir al aprendizaje mutuo.
Tratan de buscar tramas educacionales en las que sea posible que todo momento
de la vida del individuo sea un momento de aprendizaje. Los “desescolarizadores”
intentan evitar que la pedagogía limite el saber y el saber hacer, en función
de controles técnicos.
Teoría pedagógica de Illich
Illich (junto con Reimer y
Goodman) cuestionan la autoridad de las instituciones ya qu e determinan que la
conformidad con estas será moralmente correcta y la no conformidad moralmente
incorrecta.
Asimismo, no hace una diferencia
entre escuelas de sociedades capitalistas y comunistas, ambas le parecen un
mecanismo para asignar a cada persona un lugar en la sociedad. Por ello,
rechaza una progresiva
transformación de las
instituciones ya que
considera que no
es posible convertir
las escuelas (instituciones manipulativas
actuales), en otras
en las que
las personas actúen autónomamente.
Illich utiliza una perspectiva
antropológica y fenomenológica a la hora de criticar la escuela. En su opinión,
la escuela no educa, sino que acomoda a los alumnos a la burocracia del
sistema. Así, el único saber valorado es el codificado en la escuela o en la
educación oficial.
Además, Illich
acusa a la
escuela de ser
contraproducente ya que se
trata
de una medida
cuyos objetivos oficiales producen efectos contrarios: la
universalización de la escuela produce más fracaso escolar. Por
consiguiente, debe haber
un cambio que
pase por desescolarizar la
sociedad y la educación, y para ello, hay que atacar al
totalitarismo democrático y liberar al individuo potenciando sus posibilidades
y devolviéndole el protagonismo: el individuo debe ser crítico y creador, no
debe perder su propia identidad.
La desescolarización comenzará
con un cambio cultural que tratará de que cada persona aproveche cada momento
de su vida en un momento de aprendizaje y autorrealización. De todas formas, el
libro de Illich, La sociedad desescolarizada, plantea 4 redes alternativas a la
escolarización obligatoria:
1. Servicios de Referencia respecto
a Objetos Educativos: trata de que los lugares de adquisición de conocimiento
sean más accesibles.
2. Lonjas
de Habilidades: trata
de un grupo
de personas y
entidades que propondrían
modelos determinados con habilidades específicas que servirían para
determinados aprendizajes.
3. Servicio de Búsqueda de
Compañeros: trata de crear una red de comunicación en las que personas se
pongan en contacto para aprender utilizando para ello todos los espacios
públicos posibles.
4. Servicios de Referencia
respecto de Educadores Independientes: trata de un conjunto de personas que se
ofrecen para educar diferentes aprendizajes específicos y los cuales serían
evaluados por los clientes.
En suma, las propuestas de estas
facilitarían la libertad de acceso al conocimiento, la libertad de compartir
habilidades, creatividad, críticas, etc.
Repercursión de Pedagogía de Illich
La objeción escolar, una forma contemporánea de desescolarización
En la década de los 60 y 70 se
hablaba de la falta de identificación de los jóvenes con las instituciones educativas
y además de los cambios y la evolución del conocimiento que se habían producido
en las últimas décadas.
Illich habla de la desescolarización,
pero los partidarios de la objeción escolar y las organizaciones de home school
tienen más a John Holt como referente del individualismo y el antiestatalismo,
así como de un lenguaje centrado en la atención al niño y al joven.
En este
movimiento, la enseñanza
y el aprendizaje
son asumidos por
la familia o
la pequeña comunidad, sobre todo
en el periodo equivalente a la educación infantil y primaria aunque también en
la secundaria, donde las dimensiones de la objeción escolar son menores.
La objeción escolar se presenta de
formas muy diversas. Hay grupos
que adaptan el
método Montessori o de
la pedagogía Waldorf.
Sin embargo, los grupos más radicales defienden que la autoformación y
sus resultados se deben realizar y evaluar a partir de la iniciativa de las
personas que llevan a cabo la home school.
Este movimiento aparece a partir
de los años 70, donde hay familias y grupos de carácter alternativo que
eligieron un retorno a la naturaleza, por lo que se instalan en zonas rurales y
practican la no asistencia a la escuela. Existen también grupos más radicales
que rechazan cualquier presencia e intervención de los servicios públicos en
sus vidas, y por lo tanto rechazan la escuela como institución pública.
Las organizaciones que impulsan
la escuela en casa exponen que la vía hacia ella está completamente abierta y
fácil y señalan además las ventajas de la misma: el contacto más directo del
niño con “el mundo real” (con la realización de actividades diversificadas,
viajes…) conlleva una mayor capacidad de comunicación y adaptación responsable
y crítica.
La desescolarización ayer y hoy
La importancia de la escuela como
uno de los escasos ámbitos públicos donde niños y jóvenes se encuentran para
compartir aprendizajes. Necesitamos instituciones o ámbitos públicos donde
niños se encuentren para compartir aprendizajes permitiendo la experimentación
¿Puede ser satisfecha esto por la escuela?
Nos encontramos de frente a un
problema antropológico que tiene que ver con el deseo de aprender.
Una sociedad donde la instrucción
es obligatoria no hay nada más irritante, obsceno e incluso que el carácter
irreductible del deseo de aprender. Enseñar a los que quieran aprender no ha
sido nunca un problema. Enseñar a los demás es un affaire de la pedagogía.
Ivan Illich cuestionó hace
treinta años todo el aparato pedagógico destinado, en teoría, a favorecer el
deseo de aprender cuando en realidad, provocaba todo lo contrario; alejaba el
aprendizaje de la propia iniciativa de cada uno de los individuos que desean
aprender sin que una institución tenga que decirte como, cuando y en qué
dirección.
Paul Goodman señala:
La mejor
oportunidad para una
educación que conduce
a la compresión
se encuentra en
fundir determinados rasgos de
los aprendizajes con
determinados aspectos de
las escuelas y
otras instituciones, como los museos infantiles. Tales fusiones vinculan
entre sí formas de conocimiento dispares, cuya separación a menudo paraliza los
intentos para obtener una comprensión genuina.
En resumen, aprender implica
necesariamente la aceptación de entornos diferenciados. El futuro educativo apunta,
a una fusión
y diversificación de
estructuras, redes e
instituciones educativas, incluidas
la escuela.
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